¿En manos de quién pongo mi perro?

Como un dueño novato y falto de experiencia en materia canina, mi duda siempre ha sido; ¿quién es la persona idónea para cubrir las necesidades de mi perro en materia de salud, cuido y adiestramiento y al mismo tiempo educarme a mí?

Esa fue la razón que me movió en primer lugar a leer, comprar libros, buscar personas en el mundo canino y unirme a ACAN.

Durante este trayecto de más de dos años he conocido muchas personas y situaciones que me han puesto a pensar mucho y a crearme un criterio más estricto sobre los profesionales caninos en nuestro país.

Pero, ¿a qué llamamos profesional canino?, vamos por partes. Según la Real Academia Española (RAE); la definición de profesional es: “Que ejerce su profesión con capacidad y aplicación relevantes”, ahora, ¿qué es profesión?…” Empleo, facultad u oficio que alguien ejerce y por el que percibe una retribución.”, para terminar de completar la explicación, ¿qué es canino?…”Perteneciente o relativo al can.”, y ¿qué es facultad?…”poder o derecho para hacer algo”.

Basado en todo esto podría definir a un profesional canino, como aquella persona que tiene el poder o conocimiento y el derecho de ejercer con capacidad y aplicación relevantes, actividades relacionadas con los canes y por lo cual recibe una retribución, en la mayoría de los casos, monetaria.

Con esta definición en mente, he buscado veterinarios expertos en la raza de mi perro, para lo cual me basta decir que encontré excelentes profesionales, no solo porque tienen un título que los acredita a tratar la salud de mi perro, sino que están adscritos a una institución que los respalda y garantiza su conocimiento. Estos profesionales lucen con orgullo en sus oficinas, su nombre, sus títulos que los acredita, su número de acreditación de la institución que los avala; no solo para su ego debido al gran esfuerzo que hicieron durante sus años de estudio, sino también por respeto e información a sus clientes. De esta manera yo, como cliente puedo decidir si avalo pagarle a esa persona por sus servicios y no solo es por el dinero, es porque en medio de todo eso está la vida de un ser vivo y muy querido miembro de mi familia y de mi vida.

IMG_0771Para el cuido de mi perro dije: “no… si para bañarlo y peinarlo hasta éste personaje puede hacerlo”. Me equivoqué nuevamente, como en muchas ocasiones. Toda actividad o profesión tiene su arte y debemos de guardarles respeto a las personas que lo han aprendido. La primera vez me acuerdo, a mi perra la bañé yo, o más bien ella me baño a mí. En las otras ocasiones decidí llevarla a un lugar especializado, me quedé al lado de ella mientras sucedía el show, esta vez era solo un espectador, me tocó estar detrás de la barrera. Mientras la persona que bañaba y acicalaba a mi perra efectuaba su labor, me di a la tarea de preguntarle porque hacía cada una de las cosas que estaba efectuando y voila…mi ignorancia empezó a desaparecer, al mismo tiempo en la pared, vi sus títulos de groomer profesional y más tarde investigué un poco la escuela en la que estudió; todo esto me dio más criterio a la hora de elegir, al momento he realizado la misma actividad en las diferentes locaciones que he llevado a mi animal, con esto he ganado más conocimiento y más criticidad a la hora de elegir en manos de quién pongo a mi perro.

Todo este proceso fue sencillo, aquí viene la parte interesante, con un cachorro de 3 kilos y de una raza poderosa en mi casa, ¿ahora qué hago? Yo no hablo perro…mi perro no habla español, ¿cómo nos entendemos?

Empecé a leer libros y mirar todos los episodios de “El encantador de Perros”, después de tres fines de semana de maratón me creía todo un profesional para educar a mi amiga de travesías. La primera vez que le dije que se sentara, me miro, y conforme le hablaba movía la cabeza de un lado a otro como diciendo: “que le pasa a éste bruto”, en ese momento descubrí que no todo lo que se ve en la televisión es verdad, y no todo se aprende en un libro; la vida real y el día a día es un complemento necesario en toda actividad que nos propongamos, también me di cuenta de la necesidad de una educación adecuada y de nivel.

Buscando y leyendo encontré muchas opciones en el mercado, cantidad de adiestradores y centros de entrenamiento que en sus páginas de Facebook no se lograba saber quiénes eran sus propietarios o sus profesionales caninos, no logre ver un solo título o aval que los certificara, y de lo más interesante, las actividades de entrenamiento se efectuaban en parques públicos, ignoro si por cercanía o por falta de instalaciones propias con todos los elementos requeridos para efectuar una labor de este tipo, y no solo se requiere de zacate, agua y servicios sanitarios; también hay requisitos legales que nos impone el gobierno y las instituciones que regulan este tipo de actividad que debemos de seguir, nadie está por encima de la ley o, ¿ustedes llevarían su perro a operar con un veterinario sin título que trabaja en medio del patio de su casa, que no tiene permisos sanitarios ni infraestructura que garantice un mínimo de seguridad?

De esto es lo que más vamos a encontrar en el camino, gente que se promociona como expertos de obediencia y comportamiento canino, que no cuentan con estudios acreditados o avales importantes y que ni siquiera tiene un lugar para brindar el servicio adecuadamente a grupos de personas.

Conforme he ido avanzando en mi formación canina, me he dado cuenta que hay muchas formas de hacer sentarse a un perro, desde el reforzamiento positivo, hasta darle con un palo. De las dos formas el perro eventualmente se sentará y cumplirá el objetivo; pero, ¿cuánto daño le vamos a causar a ese animal en el proceso?

Adiestrar y educar un can no se logra de la noche a la mañana, ni tampoco se aprende viendo programas de televisión, requiere un proceso largo de educación y puesta en práctica, de la mano de profesionales acreditados, que nos puedan corregir a tiempo antes de causar daños irreparables a un ser vivo. Un papel tampoco nos convierte en profesionales automáticamente, de la misma manera que un hábito no hace a un monje.

Bueno, no todo fue malo en esa búsqueda, también pude encontrar instituciones y centros de adiestramiento, así como adiestradores independientes que si cuentan con el conocimiento y títulos para desarrollar su profesión seriamente.

Llamarse profesional canino requiere mucho esfuerzo, tiempo, estudio, dedicación y sobre todo, amor por los canes.

Mi aprendizaje ha sido lento, apenas estoy iniciando, pero me aseguré de hacerlo con instituciones que me garantizan un aprendizaje real y apto, con garantía reales y avales internacionales.

Como consejo y para finalizar; Costa Rica es un país de libertades y libre competencia, escojan el lugar o persona que más le guste, pero siempre tomen en cuenta lo siguiente:

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Un perro es un miembro más de nuestra familia, al igual que con nuestros hijos, debemos de ser responsables y críticos a la hora de decidir y escoger: “¿en manos de quién pongo mi perro?

Acerca del Autor:

Sergio Oviedo Seas.

Miembro de ACAN por decisión propia.

Conocimiento canino: cero o por debajo de eso.

Experiencia con perros: lo suficiente para darme cuenta que no sé nada, y que en lugar de enseñar a mi perro, mejor aprendo de él.

 

 

 

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